Entonces estás ahí, frente a mi.
Estoy perdido, siento en mi interior como voy perdiendo mi voluntad, algo en mi me traiciona y no puedo dejarte de mirar. No puedo detenerme, estoy estremecido, tus labios son tan rosas como la ultima vez que los vi acercarse a mi, te veo y recuerdo claramente como fue la ultima vez que estuviste en mis brazos, fue un 22 de diciembre, hacia un frío diferente, de esos que llegan a calarte los huesos, pero estamos ahí, recostados sobre la cama de mi habitación, recuerdo claramente el olor de tu piel, recuerdo sentir tu cuerpo vibrar, estábamos juntos y no importaba nada mas.
Puedo ver como me miras a los ojos, tu belleza sigue intacta, tus labios son tan hermosos como siempre, no puedo y estoy cediendo. Me siento prisionero de tu mirada, no puedo apartarme de ella y no puedo, no puedo volver a caer en tu inocencia, tu frivolidad pasa por alto a un costado de tu sencillez y ternura, no se como es posible que tu soberbia no se note ni un poco en tu perfecta apariencia.
Te veo venir a mi, entonces lo hago, me doy la media vuelta y continuo mi camino.
Me siento contento pero no feliz, quise de cierta manera ayudarte, ayudarme, ayudarnos.