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sábado, 25 de julio de 2015

Carta abierta

Hola

Sé que últimamente no te he escrito lo suficiente, también estoy consciente que me alejé de ti pero no porque yo lo hubiera querido sino por la situación que me orillo a hacerlo. 

Hoy recordé aquellos viejos tiempos, cuando eramos magia en las tardes y el viento jugueteaba con nuestros cabellos, recordé como reíamos sin parar de cosas absurdas, también cuando fuimos cómplices de aquellos besos robados o cuando aquel viejo profesor me envió a la parte trasera del salón por reírme de tus chistes blancos, recordé aquella vez que caminabas por la acera y te preguntabas que sería de nosotros en un futuro, ¿recuerdas? 

Que bellos momentos hemos pasado, quizás esos fueron momentos que se quedarán guardados en el corazón y se convertirán en bellas historias que adornen la entrada a un mundo maravilloso. 

He de confesarte que he pasado momentos duros, momentos muy difíciles en dónde por alguna extraña razón pensé que estarías ahí, a mi lado como alguna vez lo prometiste, pero jamás llegaste. No, no pienses que es un reclamo, solo sentí la necesidad de confesarte que tu partida dejó una pequeña huella en mi vida, que aquella diversión insípida e inocente fue algo que jamás pensé extrañar y que existen aún momentos en los que pienso que alguna vez volveré a encontrarte, tan joven y alegre como antes. 

Hoy, recordé viejas historias amigas que me hicieron apreciarte bastante, recordé lo fácil que es perder una buena amistad y lo difícil que es poder encontrar a alguien real, quiero decirte que a pesar de todo yo aún estoy por aquí, vagando en calles risueñas y días maravillosos, también quiero extender de nueva cuenta mi apoyo incondicional por si algún día lo llegas a necesitar. 

 Con cariño, tu más viejo amigo.



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