05 de diciembre de 2008.
Todo iba normal, mi vida era bastante buena, la vida de todo adolescente es pertecta, amigos, familia, comida ¿qué más puedes pedir?. ¡Nada!, al menos eso creo. Los días eran buenos y con ellos los momentos, como debe ser comencé a conocer a un sin fin de personas, de todos los tamaños y colores, la vida está llena de sorpresas. Me divertía a diestra y siniestra, no había nada más qué pasar el tiempo disfrutandolo con los amigos o familiares.
¡La vida era mágica!, No faltaba más, no esperaba más, no necesitaba más.
Un día, navegando en redes sociales la recibí, una solicitud de amistad por parte de él, un chico apuesto (eso se veía en sus fotografías), bastante afín pues las cosas e intereses que se reflejaba en su perfil eran espejo de los míos y si, lo había visto antes en el colegio, acepté su solicitud mientras continuaba viendo vídeos.
- ¡Hola!
Una ventana se abrió rápidamente en mi monitor. ¡Qué extraño!, conversamos durante todo el dia, hablamos de cosas tontas y otras no tanto, su cerebro había cautivado al mío y mis endorfinas bailaban de alegría. Rápidamente fue entrando en mi círculo, aquel sitio resguardado con gran recelo. ¡Bendita maldición del mal amor!, le entregue las armas para destrozar lentamente mi corazón, entregué a sus manos mi armadura pensando que él jamás podría lastimarme. Pasaron los meses y lentamente la llama comenzó a retroceder, te sorprenderas ¡nunca me di cuenta!, comencé a sentir como su calidez a mi lado se reducía lentamente, como su corazón palpitaba cada vez más lento, entre bromas las ofensas se hicieron presentes, primero mi cabello, luego mis manos y para rematar mi cuerpo. Risas burlonas lo acompañaron a cada momento, y yo, yo sentía que debia aguantar, me sentía bien a su lado e incluso le creí cuando dijo que era él el único que podría quererme tal como soy. ¡Tremendo error el que cometí!, le permití en ese momento abusar de cada uno de mis sentimientos, si, lo hice sin pensar y por qué creí en sus palabras. Sentí como lentamente mi valor fue cayendo, tal como desaparece el brillo de un diamante al ser sumergido en las bastas aguas del mar. Mil y un perdones acepte después de cada ofensa, bastos rios de lágrimas fluyeron por mi rostro, dolores adictivos para el corazón pues el masoquismo de un corazón es la peor enfermedad, pensé que cambiaría pues así mas de cien veces lo afirmó. Sin saber que sucedía, comencé a sentir su cuerpo diferente, sus ganas de tenerme a su lado eran extrañas, sus manos ásperas ya no llevaban consigo amor y sus labios eran ajenos a los que solían llenar mis labios de miel. Si, me di cuenta sin que nadie me lo dijera, me traicionó. Me traicionó cruel y amargamente aún cuando era promesa de los dos contarnos si algo andaba mal. Lo confronte y tan enfermó fue su cinismo que lo aceptó y juró que lo haría más veces así pues ya no sentía más amor por mi, intente retenerlo, prometi cambiar todo lo que a él ya no le parecía, juré una vez más moldear mi esencia a lo que él quería.
Un error más, fui tan voluble, tan inocente que jamas creí que eso estuviera mal. Sentía que el amor era así, que así debía ser pues él por primera vez me había enseñado que era querer. Tardó mas de diez meses para que me diera cuenta.
Una bofetada, un jalon de cabello, miles de lágrimas y un corazón machacado bastaron para que me hartara de todo y de nada. Me di cuenta, yo daba el mil por uno y él después de tanto daba cien por mi y novecientos mas distribuidos en quien sabe quién.
Me llené de valor, comencé a cuidar de mi, limpie mis lágrimas y levanté la mirada al cielo, use los colores del arcoiris, tan alegres que mi interior comenzó a armonizarse, tan así que el dolor había comenzado a retroceder. Me comence amar una vez más, una nueva armadura volvió a mi y en un santiamén volví a confrontarlo. Nadie más me va a querer como yo, a nadie más le voy a importar tanto como a mi. Corté mis cadenas, parche la herida de mi corazón, le di la espalda y avance, en ese momento me sentí tan libre como antes, tan feliz como cuando me tenía a mi. El brillo de mis ojos volvió con más pasión, mi sonrisa se tornó mas grande y mis pómulos se tornaron rosa.
Si tú has pasado por algo similar, por favor date cuenta, te has enamorado de un patán, de uno de aquellos que suelen ser los galanes de aparador, los mequetrefes que se sienten creados por Dios y son adulados por personas plásticas, ellos no merecen a personas mágicas como tú y yo. Ánimo, se fuerte y toma la decisión de forma tranquila pero con basta seguridad, recupera fuerzas y liberate de sus cadenas.
Sé libre, sé fuerte pero sobre todo sé feliz.
