Seguidores

martes, 10 de octubre de 2017

La estrella que no quería brillar


Y es que cuando el cielo se oscurece se llena de hermosas estrellas titilantes en el firmamento. Es común mirar al cielo y asombrarte de su magia, de su brillo, de toda aquella gran inmensidad que hay en el. Como en todo, en el cielo hay miles y millones de hermosas estrellas que titilan sin parar, puntos brillantes que danzan al son del infinito, sin embargo de entre tantas de ellas había una especial, una pequeña estrella, plateada como el mismo corazón del mar. Ella no brillaba, muchos pensaban que había algo mal, que quizás había tenido algún defecto o que simplemente era una roca más. Todas las estrellas del cielo murmuraban entre ellas siempre buscando criticar, muchas decían que ella no debía por qué formar parte de ese hermoso umbral. Nadie entendía que ella era la que no quería brillar. 


Todas las demás estrellas la volteaban a ver raro, hablaban a sus espaldas insinuando una y otra vez que había un enorme defecto en ella. La pequeña estrella no se sentía preparada para brillar, sabía en su interior que en algún momento tendría que hacerlo sin embargo ella prefería darse baños de polvo estelar, pequeñas partìculas de esperanza, de alegría, de humildad, de una serie hermosos detalles que  la hacían sentir la estrella "defectuosa" más feliz del firmamento. Nadie lo sabía, puesto no tenían por que saber el por qué ella era feliz. La pequeña estrella pasaba horas acariciando su cuerpo, puliendo cada pequeña parte de ella pues ésto le causaba una sensación de satisfacción

Un día, distinto al de los demás, un gran cometa pasó cerca de todas las demás estrellas, buscaba a la más grande y hermosa estrella, aquella que lograra iluminar cada rincón dónde la oscuridad  predominara. Todas, alegres intentaban demostrar lo que  hacían, su intensidad y su carisma, sin embargo  ninguna de ellas lograba satisfacer la búsqueda del gran cometa. La pequeña estrella defectuosa, aquella que no quería brillar salió de su escondite  para hablar con el gran cometa, pues sentía en su interior que ella debía pedir que se fuera del sitio pues el rechazo que daba a todas aquellas que intentaban ser lo que el buscaba causaba conmoción, tristeza e incluso incertidumbre del motivo de  su existir.  La pequeña estrella  habló con él, le pidió con voz tierna que se retirara, que no había nada para él ahí y que por favor dejara en paz a todas aquellas estrellas que vivían con ella, le dijo que ninguna de ellas habìa surgido para servir a alguien más y que si ellas brillaban sería por ellas mismas y no por alguien más. 

El cometa muy molesto comenzó a gritar, que no tenía nadie por qué hablarle de esa manera, que él era en gran medida uno de los más grandes iluminadores de penumbras en todo el infinito. Que todos se asombraban por su majestuosidad y que su brillo vislumbraba a todo aquel que lo veía, por ello, las estrellas debían servirle a él, entregar su lealtad sin preguntar e ir a donde el decidiera que debían ir. La pequeña estrella, aquella que no quería brillar, decidió hacer lo propio, por primera vez en toda su vida había decidido enfrentarse a un gran bravucón, cerró sus ojos, calmó su alma, intensificó su espíritu y sin necesidad del reflejo de nadie comenzó a brillar, lentamente su brillo comenzó a iluminar los rostros de sus compañeras, el cometa mofándose de ella pedía que se detuviera pues el brillo era escaso y muy tenue. La pequeña estrella sonrió una vez más y con mayor intensidad volvió a brillar, un fuego se encendió en su interior, fue entonces que su brillo cambió de gris a un azul platinado, las demás estrellas quedaron sorprendidas pues su brillo tenía grandes alcances, más allá de dónde sus ojos podían distinguir. El cometa, quedó perplejo, el brillo de la estrella lo había atemorizado pues incluso su brillo había sido opacado. La pequeña estrella se postró frente a él y mirándolo fijamente a los ojos le dijo; Nunca más volverás aquí, ninguna de las estrellas te servirá a ti ni a ninguno de tus semejantes, no humillaras a nadie más pues siempre que lo hagas te perseguirá una pequeña estrella que con gran intensidad te superará y hará de ti un bufón.  Humillado el gran cometa salió de ahí, se fue rápidamente sin mirar atrás. 

La pequeña gran estrella se tranquilizó, comenzó a disminuir su brillo a la par que su palpitar, dijo entonces a todos aquellos abusivos que; para poder brillar con una intensidad como la de ella debían prepararse, debían pulir cada uno de sus errores, debían aprender que la humildad es el primer paso para la felicidad, y que la esperanza nunca muere, al contrario, aumenta con la decadencia de la situaciones, dando a entender que si el cielo es gris debemos ser fuertes y estar conscientes de que la situación va a mejorar. 

No lo olvides, sé como la pequeña estrella; aunque muchos piensen que hay algo mal en tí, no es así, prepárate, sé humilde, se honesto, se sincero, se feliz, ten esperanza y brillaras con una fuerza única y con mayor intensidad que los demás.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario